Atrás quedaron los turrones, los cascabeles y los villancicos y aquí estamos, mi dueña y yo a mediados de enero todavía intentando estirar las vacaciones. Las suyas, en realidad, porque yo no he dejado de trabajar con tantas comilonas. Pero hasta aquí llegamos, que después de todo mi esfuerzo le exijo que vaya espabilándose un poquito para publicar algunas de las recetas con las que deleitamos al personal en estas fiestas. Que igual llegamos un poco tarde para esta Navidad, ejem, pero muy a tiempo para la siguiente (o cualquier fiesta de esas de impresionar a los invitados).
Empezamos con el pollo que nos comimos -es un decir en mi caso- en Nochevieja. Qué pollo. Tres kilos y setecientos gramos de pollo de corral, que cuando lo vimos, deshuesado y todo, pensamos que directamente no iba a caber en la base de cerámica. Pero cupo, vaya que cupo, y bien relleno y encima con sitio para la guarnición.
La hermosura de este pollo, además de su tamaño, reside en el factor «lo echo y me piro a hacer otras cosas», lo que en días de fiesta se agradece a rabiar. Lleva faena, no lo niego, sobre todo en la parte en que mi dueña ha utilizado hilo y aguja para coserlo mientras, entre dientes, se preguntaba si los cirujanos o las costureras se rellenaban los pollos o los compraban ya rellenos en la carnicería. Pero luego todo es coser (jejeje) y cantar Rodolfo el Reno o Arre Burriquito mientras aprovechamos que la buena de Léntula se hace cargo de la cena mientras las señoras (y señores) de la casa se dedican a emperifollarse y otros menesteres más agradables.
Ingredientes:
1 pollo entero, deshuesado
100-150 grs. de jamón york
100-150 grs. de jamón serrano
100-150 grs de beicon en tiras
100-150 grs. de queso en lonchas (todos estos ingredientes dependiendo del tamaño del pollo)
1/2 kilo de carne picada de cerdo/ternera
Piñones, sal, pimienta, perejil y cualquier hierba aromática que quieran ponerle a la carne. Nosotras además pusimos ciruelas pasas y algunos champiñones.
100 grs. de orejones
100 grs. de ciruelas pasas
2 cebollas medianas, en aros
Un chorrito de Pedro Ximenez
Preparación:
Salpimentar el pollo por dentro y por fuera, y agregarle cualquier especie que nos guste (nosotras pusimos tomillo). Hay que irlo forrando con el fiambre en capas, para al final colocarle la mezcla de carne picada, las especias y los piñones en el centro y que al coserlo conserve la forma.
Se utiliza una aguja grande y un cordel resistente (y mucha paciencia, porque la piel del pollo es durilla, y encima, resbala un poco) hasta que quede totalmente cerrado.
En el fondo de la olla se colocan las cebollas, los orejones, las pasas y el chorrito de vino. Encima, preferentemente en un cestillo de verduras para que los jugos puedan escurrir, colocamos el pollo con la pechuga hacia arriba. Si es preciso, apretar el pollo para hacerle sitio, porque la tapa tiene que encajar bien o la cocción no será eficiente.
Para este pollo en concreto hemos programado 4 horas en alto, pero si es más pequeño hay que reducir el tiempo de cocción, ya que si nos pasamos el pollo se destroza al sacarlo y queda poco presentable. Hay que sacarlo incluso si creemos que todavía no está cocido del todo (éste es el aspecto que tenía nuestro pollo después de 4 horas):
porque la gracia es que quede bien cocido por dentro y podamos darle el toque final en el horno, 20-30 minutos para que la piel quede crujiente y de un bonito color dorado.
Mientras está en el horno, podemos aprovechar para reducir un poco la salsa-guarnición al fuego unos minutos y colocarla en al fuente junto con el pollo al momento de presentarlo a la mesa.
No me digan que no es una maravilla, lo mejor de ambos mundos: cocinado por dentro lentamente, y tostado por fuera en un santiamén. Me juego el pomo de mi tapa a que muchos no esperarán hasta la Navidad siguiente para probarlo…